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jueves, 14 de enero de 2010

EL POZO DE LAS SIETE BOCAS (La gallina de los huevos de oro)


El nombre no guarda o no tiene que ver con esta definición, pues a lo que siempre se le ha conocido como El Pozo de las Siete Bocas, no es ni mas ni menos que un aljibe el cual tiene 5 bocas, ahora eso si su construcción es de una belleza impresionante, ya que es una gran bóveda árabe, de hecho el Castillo tiene 3 aljibes.

Todos los aljibes seguían una tradición milenaria siendo parte importante para el abastecimiento de tropas, población y caminantes. Los del Castillo con la incorporación del abastecimiento de agua a los inmuebles quedaron paulatinamente inutilizados.

Como lugares de almacenamiento de agua, sin duda los aljibes son una de las estructuras más construidas a lo largo de la historia para recoger y acumular el agua de lluvia. Tras horadar el suelo en profundidad este pozo se revestía de ladrillo y argamasa y se impermeabilizaba con una mezcla de cal, arena, óxido de hierro, arcilla y resina de lentisco. Son semisubterráneos y con una abertura rectangular para la respiración del agua y su ventilación.

Lo que sí es cierto es que se construyeron varias conducciones de agua desde las fuentes de la zona de la Sierra de Gredos, las cuales hoy por hoy están derruidas, ya sea porque estaban en el paso del pueblo y a raíz de hacer nuevas casas o construcciones, se hicieron captaciones las cuales una vez localizadas, no se les ocurrió otra cosa que desescombrar sobre ellas para después hacer los cimientos de las nuevas viviendas, quedando dichas conducciones cegadas, lamentablemente es así, quedando esta parte de construcciones masacrada.

Son varias las leyendas o fabulas que rodean al denominado Pozo de las Siete Bocas, normalmente las leyendas se repiten en distintos lugares. Suelen ir acompañadas de una enseñanza, una moraleja, y a veces sirven para avisar de un peligro o difundir la historia de un escarmiento.

Una de las leyendas más absurdas e imposibles, pero no por ello deja de ser interesante, se da aquí en Escalona, la cual paso a escribir aquí:

Su inmenso Castillo posee uno de los patios de armas más grandes del mundo, en el se encuentra el “pozo de las siete bocas”, que en realidad como he comentado con anterioridad corresponde a un aljibe que tiene cinco bocas, con distintos usos y construido bajo la dominación musulmana, Unas comunicaban el Castillo con diferentes casonas del pueblo, otras se pierden entre la humedad y los escombros, el caso que ninguna guarda oro suficiente más que el de la muelas de algún lugareño de Escalona.

Los ancianos del lugar cuentan a sus nietos que en una de esas aberturas se encuentra el tesoro de la “gallina de los huevos de oro”, cabe decir que la leyenda anima a los críos a asomarse al vacio más que a preservarles del peligro. Si bien la existencia de tal tesoro es imposible, ¿Cuál es la razón para que esta leyenda fuese creada y de una manera tan burda?

Final de los años de la dominación francesa en la guerra de la independencia. La rebelión del 2 de mayo en Madrid había despertado al pueblo de su letargo, el ejército francés de Napoleón, tenía un serio problema con el maleducado pueblo español que se negaba a aceptar la luz que ellos portaban. De hecho, un ejército rebelde español, desorganizado y mal pertrechado se estaba formando en el sur, dispuesto a plantar cara al imbatido y glorioso brazo de hierro francés.

Los franceses, recibieron orden de reagruparse para cerrar el paso al norte por Bailen. Las tropas del general francés se reagruparon y bajando desde Ávila llegaron a Escalona, donde el rio Alberche freno en seco el avance del invasor, aquel perdido pueblo de Toledo no tenia puente capaz de resistir el paso de la pesada artillería francesa, y sus pesados carros de munición.

El general francés tenía pocas opciones: cruzar por el puente existente, maderas centenarias carcomidas que apenas resistían el peso de un carro tirado por bueyes, esperar que el rio bajase, con un lecho arenosos poco fiable, o dar un rodeo de muchos kilómetros hasta encontrar un vado natural, el ejercito francés opto por las mas razonable e iluminada opción a punta de bayoneta se obligo a los escaloneros a desmontar artesonados y viguería del castillo, con la que construir un puente solido sobre el rio.

A punta de bayoneta nadie trabaja contento, y menos un pueblo sometido que busca excusa para morder el pie que le domina, trabajando para un ejército que se dispone a aniquilar a sus compatriotas, y además, el pueblo sabia que sin tejados ni techos el anciano Castillo se vería agonizante en pocos inviernos.

Por aquel entonces el cura párroco reunió a los mayores del pueblo, les adiestro en cómo debían contar a sus nietos, la historia de un gran tesoro guardado en el “pozo de las siete bocas” del Castillo, todo esto adornado con un aire infantil, tenían que contar un cuento que el mismo invento, decía que había una gallina que todas las noches ponía un huevo de oro, (ya sabemos que cuando se les cuenta un cuento a los niños terminan por exagerarlo, y claro ya no ponía un huevo de oro si no que ponía dos, ya no era una gallina si no que ya habían varias que ponían huevos de oro).

Así hasta que llego a odios de los invasores franceses, los cuales ya sea por codicia o por avaricia decidieron investigar el asunto, pero e aquí la sorpresa que los partisanos los esperaban escondidos entre las columnas del dicho pozo, todas las noches los más valientes del pueblo accedían al Castillo por una de las bocas, esperando que algún soldado u oficial francés asomase en busca del oro, y claro cuando bajaba algún francés los pasaban por cuchillo.

Comprobando el capitán francés que estaba al mando de las tropas francesas en la villa, que cada día le desaparecía algún soldado y enterándose de la Historia, pensó que efectivamente existía esa gallina, así que decidió comprobarlo el mismo

Tras dos noches de vela infructuosa, apareció un farol de luz tras el cual había un hombre embozado, y una tras otra estudio todas las bocas de dicho pozo, por la más accesible descendió hasta una habitación abovedada, donde tras los escombros y columnas, agazapados se escondían la partida de partisanos. Era el capitán francés que esa misma noche bajo al pozo, pero el bajo con su arma reglamentaria, una vez dentro vio una sombra y disparo, con tan mala fortuna que mato al partisano más joven del grupo, gritos en francés y en español, metales que tintinean, compañeros que huyen, enemigos que se acercan, en aquellos segundos que me parecieron eternos decidí servir a mi patria, como un toro embestí al francés, casi encima pude ver el bonito y amanerado uniforme del capitán, a pesar del sable entrando en mi pecho, en mi boca la sonrisa de satisfacción, y en un eterno abrazo arrastre a aquel desgraciado al abismo… no se cuanta fue la caída, cuando recupere la noción me sentí ligero, casi de aire, sin dolor, ante una escena de mi cuerpo abrazado y sonriente al de aquel capitán francés, mas sediento de oro que de gloria, y aun así estamos, abrazados, su alma en el infierno, la mía condenada a la soledad del pozo.

Después me entere que Bailen fue la primera derrota francesa, me alegro, así hubiesen mil Bailenes para ellos, mientras la leyenda se sigue contando, se olvidaron los motivos que la crearon, y aunque ponga en peligro a los críos generación tras generación, no os preocupéis ninguno de ellos caerá al pozo, al menos mientras mi alma este aquí para avisarles…

Gracias por leerme
luismgon

2 comentarios:

  1. q recuerdos tan bonitos me traen las fotos

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  2. yo me pensaba que erala leyenda de la dama de blanco

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