VIDEOS

VIDEOS
ENTRADA

lunes, 11 de enero de 2010

Doña Juana de Pimentel


El conde de Benavente, tenía una hija, Juana de Pimentel, (no se sabe o no he podido encontrar la fecha de su nacimiento) a la que casa con su amigo el nuevo Condestable, Don Álvaro de Luna, en 1430. El padre ofrece como dote de Juana de Pimentel la villa y el Castillo de Arenas. Don Álvaro de Luna vivió unos años muy bien, amasando riquezas y poder. Doña Juana vivió parte de su vida matrimonial en Escalona.

También estuvo en otros lugares siguiendo la vida cortesana, salteada con frecuentes conflictos armados, generalmente de la nobleza levantisca contra el Rey, en los que participaba su marido. Así su segundo hijo nació en Madrid y fueron sus padrinos los Reyes. Acaso la visita que les hacen los Reyes en 1450 fue la ocasión para que admirasen las riquezas del castillo y deseasen para ellos parte del llamado "tesoro de Escalona". Pero tanta ambición tenía, tanto conseguía, que al final unos cuantos envidiosos se aliaron con la Reina, que curiosamente a fuerza de insistir una y otra vez sobre las posesiones que ambos tenían, incluso un ejército superior al del propio rey Juan II.

Este mando apresarlo para que fuera ajusticiado y acabaron con su poder e incluso con su vida. En 1453 a Don Álvaro de Luna le cortan la cabeza en el cadalso de Valladolid. Y otra vez, saltan sobre sus riquezas como locos los acusadores. Su viuda, Juana de Pimentel, y su hijo, Juan de Luna se refugian en la fortaleza de Escalona. Allí esconden sus principales riquezas y pueden defenderse mejor del rey, que estaba deseando él el primero cogerlo todo.

Estuvieron un tiempo asediados pero al final tuvieron que rendirse, aunque consiguieron conservar todo lo que doña Juana de Pimentel llevó como dote a su boda, incluyendo Arenas y su Castillo. Tras la muerte en el cadalso de su marido, doña Juana lucha por recuperar parte de sus bienes que le habían sido arrebatados con autorización regia, pese a ser prima del Rey, por otros miembros de la nobleza.

Como en la mente del rey estaban los bienes del castillo de Escalona le devuelve algunos bienes confiscados y le entrega otros que pertenecían al marido como Mombeltrán, antes conocido como El Colmenar- La Adrada, Castillo de Bayuela...,

A cambio de las dos terceras partes del tesoro de Escalona. También las dehesas a la otra parte del Tiétar, frente a Arenas, y en el término como El Rincón. Al mismo tiempo le reclama, ciudades extremeñas que se había apoderado D. Álvaro. Juana de Pimentel, desde la ejecución de su marido, firmó siempre sus documentos con el sobrenombre de "La Triste Condesa". Es fácil que doña Juana de Pimentel habitase de vez en cuando el Castillo de Arenas

Porque más de una vez, hizo donaciones para los religiosos del Convento de San Agustín de Arenas, que ya no existe, ya que eran ellos los que guardaban la imagen de la Virgen del Pilar, de la que la Triste Condesa se confesaba muy devota. Juan II murió pronto, pero la Triste Condesa tuvo que seguir defendiéndose del rey Enrique IV, que incluso la condenó a muerte, pero la perdonó y permitió quedarse con Arenas en 1462. Doña Juana pleitea, desde Arenas, por sus estados.

Toma la decisión de emparentar, por medio de la boda de su hija, con la casa del Infantado y se adelanta a los propósitos de Enrique IV quien deseaba que los bienes de la Condesa pasasen a manos de D. Diego López Pacheco, Marqués de Villena.

Posiblemente después de la Triste Condesa el Castillo de Arenas, nunca volvió a ser habitado. La villa de Arenas continuó perteneciendo al mayorazgo de Luna (fundado en 1484) y a las casas del Infantado y Pastrana, hasta 1811. Justamente en 1811 las Cortes declararon incorporados a la Nación todos los señoríos. Pero retrocedamos en el tiempo y nos situemos otra vez con la Triste Condesa, (Doña Juana de Pimentel)

Se cuenta que, al llegar la noche, la Triste Condesa sale de su residencia en busca del amor perdido. Doña Juana de Pimentel vaga por las calles sola y triste. Todavía no pierde la esperanza. Don Álvaro de Luna fue decapitado, ella no asimila su muerte.

Todos los días, conforme llega la mañana, Juana de Pimentel regresa a su castillo. Su llanto se escucha en los rincones. La irritación de Doña Juana de Pimentel contra Enrique IV llega hasta el extremo de oponerse a los propósitos regios incluso con las armas. Pues se niega a recibir al Rey quien quiere verla en el castillo de Montalbán, y ella lo espanta con disparos de "truenos y lombardas", por lo que éste llega a confiscarle determinados bienes como la villa de Mombeltrán y La Adrada.

Ella se las entrega a D. Beltrán de la Cueva en 1461 con lo que se resquebraja la unión que se había establecido con el Valle del Tiétar oriental. El enfado regio es tan grande que la condena a ella y a su hijo Juan de Luna a muerte. Pero luego, por intercesión de los Grandes de Castilla, le perdona y le dona Arenas y otros lugares para ella y sus herederos. En 1484 Juana de Pimentel, la Triste Condesa, Señora de Osma y 1ª Condesa de San Esteban de Gormaz.

La reina la dono todas estas licencias, y ella nombra heredera universal a su hija, María de Luna, esposa de Iñigo Hurtado de Mendoza, II duque del Infantado y III marqués de Santillana. La dejaba, entre otras cosas, los derechos que la podían corresponder en dicho condado, por lo que Arenas pasa a incorporarse al grupo de concejos que estaban bajo el señorío del Duque del Infantado.

Por ello surgió un litigio entre Diego López Pacheco, señor de Osma, II marqués de Villena y III conde de San Esteban, y el duque del Infantado, que finalizó con un acuerdo matrimonial aprobado por los reyes el 16 de noviembre de 1488.

Vivió mucho tiempo en Arenas y en su vejez se trasladó al Guadalajara donde firmó en 1487 donaciones de dehesas y fincas al municipio como agradecimiento por la contribución de los areneros en la recuperación de sus estados.

Murió en noviembre de 1488 y está enterrada en la catedral de Toledo, junto a D. Álvaro de Luna, en la capilla de Santiago.

Gracias por leerme
luismgon

No hay comentarios:

Publicar un comentario